Wednesday, 5 March 2014

Otra basura de las mías.

Hay cosas que nunca están al alcance de uno; cegados por nuestro propio orgullo, o a veces por una vana e inútil esperanza, nos engañamos. Luchamos por algo que no es posible conseguir. Luchamos contra cosas que nos superan, que siempre nos han superado. Intentamos soportar cosas para las que no estamos hechos. Vivir de formas que no nos favorecen, que no nos agradan, que nos condenan a un constante sinvivir, a un eterno “por qué no cambia”, a una duda sin fin.

Uno lucha por algunas personas que nunca se dan cuenta del esfuerzo que uno hace por ellas. Trabajo duro por cosas que nunca les serán agradecidas. ¿Para qué? ¿Por qué? ¿Hay alguien que nos obligue a actuar así? ¿Hay algo que de verdad nos invite a meternos en tal maraña de sucesos?

Pero no nos importa; seguimos a contracorriente. Así es el ser humano; terco, estúpido, autodestructivo. Haciendo las estupideces más grandes jamás pensadas por los estúpidos a los que les tienen un cariño aún mayor. Sabiendo que nunca les serán agradecidas. Y ojalá fuese porque esa persona es desagradecida, o porque simplemente no saben quién les ha ayudado. No; el problema no es ese. El problema es que creen que nunca se les ha ayudado. Que lo han conseguido todo solos. Te tratan como si fueses un estorbo, alguien que les molesta, que impide que lleven a cabo la vida que ansían. ¿Y qué debe hacer uno? ¿Echarse a un lado? ¿Dejarlos que se hundan? ¿Y si no hay marcha atrás?

A veces, un abrazo, un gracias, un “no sé qué haría sin ti”, una simple sonrisa, un simple gesto, estaría bien. Pero no, eso se lo guardan para otras personas. Los que nos sacrificamos en la sombra no merecemos tal reconocimiento. Sin importar la cantidad de bombillas que usemos para hacernos ver, sin importar los centenares de carteles luminosos señalando nuestra presencia, la influencia de nuestros actos en alguno de esos sucesos que posiblemente ni siquiera recuerdan...

Pero bueno. Tampoco es tan grave. Uno guarda la esperanza de que todos tengamos a alguien así; alguien que constantemente lucha por nosotros, que nos quiere, que a cierta manera nos idolatra, pero al mismo tiempo se duele de no ser correspondido. Y ahora que ya me he desahogado (mentira, sigo con el nudo, pero si sigo escribiendo no sé dónde acabaré), saludos. Habrá tiempos mejores, para todos. Incluso para los que no nos los merecemos. ¿No?