Saturday 28 March 2015

The Fall: 15. For the night is dark and full of whispers (Noxus)

For the night is dark and full of whispers (Noxus)


-Go after her Malcolm. -said Darius.

-I know that we need every sword we may have, but it's pointless. -answered Malcolm.

-What's that thing that you find pointless? -arrogantly asked Darius. - Your fear?

-Going after another soldier that leaves is pointless Darius. -replied Malcolm. -Riven is nothing but another sword leaving our ranks. I won't waste my time chasing her.

Darius grabbed his axe and left. Malcolm heard a familiar voice in the dark in the very moment that the Hand of Noxus was out of sight.

-This battle will be our masterpiece, Aalcox.

...

Without Darius knowing, Malcolm left the temporary military base in the search of Riven. He could not leave loose ends.

The ones of his kind had a proficiency for finding the right person in the right time; Riven was one of those special people whose destiny is carved in stone, but Malcolm didn't want Darius to change her destiny. She would die in a fight worth her sword, not a silly suicide skirmish.

Even though... as Aatrox had told him, today's battle didn't have to be a skirmish. With his power, this day could be remembered as one of the greatest strikes that Noxus had ever accomplished. A battle worthy of leaving it's trace in Runeterra's history.

But Malcolm had other plans. Yes, the Darkins had all been created with the same purpose; war of yesterday, war today and war for tomorrow. But that didn't mean that their goals were the same. Different powers, different ambitions and different destinies awaiting them, having in common nothing more but the power to change history as if they were the ones writing it; the irony was that theirs was the only fate they could not rewrite.

He was diving deep in his mind when he suddenly saw a spark light up in front of him. A bird attacked him, blinding Malcolm for a second until he understood what was happening; an ambush planned by one of the Demacian reconaissance squads.

In the blink of an eye the bird was back at him, but now there would be no surprise for the darkin. He'd grab that bird on flight and squeeze it until blood ran as is they were on the Noxian arena. He could feel the bird approach him. It was fast, but Malcolm's control over time let him know when to strike.

Unless another one of his kin intervened; the butterfly that had been flying around him suddenly bursted, and Aatrox, the Darkin of Glory, appeared in front of him. His blade didn't hesitate and swiftly cutted through the bird's head; now it was no more than dust, laying on the ground.

Another spark shone in front of him in the very moment that Aatrox turned his face towards him. Malcolm could not even hear him saying goodbye.

Tuesday 24 March 2015

1. El Brujo Motroco

No me conoces porque los brujos nos mantenemos en las sombras de la magia negra. Algunos dicen que la magia negra no tiene sombras; pamplinas, lo que pasa que como la magia es negra no se nota que hay sombra.

Supongo que te preguntarás por qué sé tanto sobre magia. Bueno, no me gusta mucho decirlo abiertamente porque la iglesia nos ha perseguido siempre a los de mi tipo, pero soy brujo. Pero brujo de los que son brujos en serio, brujo de verdad de la buena.

Puedes llamarme Motroco, aunque prefiero mantenerme en el anonimato. Como autónomo centrado en el mercado de la brujería, yo soy tu último recurso en las situaciones desesperadas. El Brujo Motroco; trabajo serio y garantizado, te recibo las veinticuatro horas del día de lunes a viernes de 8.00 a 13.00 y de 16.00 a 20.00, y de 9.00 a 21.00 los fines de semana (Cerrado durante festivos).

Como brujo, yo soluciono todos los problemas de tu vida. Mi magia hace que no se me escape nada; problemas de amor o una calentura, puedo conseguir que recupere a su pareja de inmediato. Vidente y Gran Médium con experiencia y muy mucho poder natural, el Brujo Motroco puede hacerse cargo de todos tus problemas. No le importa lo difíciles que sean, una de cada cinco veces encuentra la solución el 100% de las veces, casi siempre tardando menos de una semana y tres miércoles.

¿Crees que no tienes problemas? Seguro que sí, solo que te haces el borrico para que no te cobre; no te preocupes que el servicio del Brujo Motroco a la larga sale barato porque seras feliz, rico y tendrás trabajo para rato. El Brujo Motroco le ayuda en la resolución de problemas de todo tipo; desde trabajo hasta atraer personas queridas, recuperar a su pareja, sacar a flote su negocio y salvar (o deshacer) su matrimonio a voluntad.

Pero el gran Brujo Motroco no se limita a cosas tan mundanas; capaz de quitar todo tipo de hechizos (¡Otros payasos de la competencia podrían haberte embrujado!), deshacerme de tu mal de ojo (el Brujo Motroco tiene una sonrisa muy bonita), conocer los secretos de protección (creo, aunque tampoco puedo asegurarlo porque no sé bien qué significa), enfermedades crónicas (como el hipo o el hambre), problemas judiciales (mi primo es abogado y no es de los que se llevan ahí colgados) o la suerte en la vida.

Todo esto es posible porque el Brujo Motroco tiene a los espíritus más rápidos que existen del otro barrio. Estos espíritus, expertos en el amor y las matemáticas, solucionarán casi todos sus problemas (no llevan muy bien lo de las raíces cuadradas, pero van tirando).

El Brujo Motroco también prepara unas hamburguesas muy ricas y limpia casas a domicilio.

Monday 23 March 2015

Despertar: (10) Improvisación

Capítulo 10: Improvisación


Si mantuve nuestra relación fue por puro protocolo y conveniencia, nada más. No me agradezcas haber sido bueno contigo, no lo merezco.

La verdad, me lo inventé sobre la marcha. A pesar de que nunca había tenido ganas de ir, decidí que mi deber era avisar de que tenía tiempo y así organizar el viaje. Todavía no entiendo por qué lo hice. Supongo que, aunque en le momento no tuviese ganas, sabía que una vez allí disfrutaría del momento. O al menos eso creía. Nadie sabía que me iba a presentar allí, dejando de lado a unos pocos elegidos encargados de allanarme el terreno y facilitarme algún que otro encuentro. Iba a ir de incógnito, y los carnavales eran algo que facilitaba en demasía esa incursión. Un trajecito, una máscara, y todo arreglado, nadie sabría quién era. La duda era, ¿a quién atacaría primero?
Posibles víctimas. Aunque lo ideal habría sido barrerlas a todas de un golpe, no era algo fácil, ni tampoco algo del todo posible Además, ni siquiera estaba seguro de si era eso lo que quería. Entre todas posiblemente cubrirían una superficie superior a la hectárea, y recorrerla ágilmente no era algo que mi torpe cuerpo pudiese permitirse. Además, aunque todas necesitasen de ese golpe justiciero, había algunos sujetos que lo requerían con mayor urgencia.
Había intentado ocultar mi rencor hacia su persona, pero en el fondo tenía esa pequeña llama carcomiéndome el alma, haciéndome dudar de mi propia sinceridad. No le había mentido a él al decirle que no le culpaba. Primero me había mentido a mí, me había hecho creer hasta el más mínimo detalle de aquel falso perdón, de aquella falta de ira, de aquella ausencia de desasosiego y violencia desatada. Y una vez que mi ingenuidad me lo había permitido, le hice llegar a él un mensaje que, para mí, era verdadero. Pero en realidad no era más que una mentira. Una muy trabajada, la mentira perfecta. Me había encargado de asimilarla yo mucho antes de poder llevarla a práctica. Y, al final, como si de una sublime obra de arte fruto de la inspiración se tratase, escribí la misiva cargada con el pecaminoso fruto de mi auto-engaño.


Había llegado la noche. No era un trabajo difícil: solo tenía que acercarse a él, matarle, y huir. No sería la primera vez que hiciese algo parecido, aunque sí la primera en la que no daría la cara antes de acabar con alguien. Eso le apenaba. Que su víctima no supiese que era él quien lo mataba. Pero no quedaba otra forma de actuar, el sigilo y el secretismo no eran una opción de la cual podía prescindir.
Había deshechado la idea de encargarse de alguien más, ya que disminuiría sus posibilidades de fuga. Además, a una persona se la podía matar sin que nadie se diese cuenta en una fiesta. Deshacerse de más ya lo convertiría en una carnicería pública. Tenía que hacerlo rápida y disimuladamente. No había marcha atrás: había demostrado que ya no podría aprovecharse más de aquella relación, y tenía que cortar con ella antes de que se convirtiese en parasitaria. Aún así, seguía doliéndole tener que hacerlo.




Bajo la luz de la luna, sus ojos brillaban todavía más, y él era capaz de ver dentro de ellos la razón por la que se había enamorado de esa mujer. No le había costado nada dejarlo todo atrás, e incluso podría haberlo hecho mucho más drásticamente si ella se lo hubiese pedido. Era junto a aquella sonrisa que siempre se había encontrado su hogar, dónde ardía la llama que noche tras noche le abrigaba, protegiéndole de los miedos que siempre lo habían envuelto, que siempre habían estado ahí para recordarle lo débil que era. Había sido. Ya no era débil, no con esa cálida y eterna sonrisa pendiente de él.
Sin dejar de bailar, bajó la mirada hasta encontrarse otra vez con esos ojos que lo llamaban, que hacían de cebo para retenerlo cautivo de una mirada que lo vaciaba, provocando a la vez una inmensurable paz interna y una desmedida revolución sentimental. Esa mirada era todo lo que necesitaba para vivir. Esos ojos, la sonrisa que los acompañaba, aquella pequeña y respingona nariz, y esos rizos que caían, alborotados, como si de un caos dentro del orden se tratase, por los lados tapando aquellas preciosas orejas adornadas con unos simples pero bellos pendientes de plata. En su cabeza no cabía la idea de que esa situación acabase en algún momento. “Nada es para siempre.” le susurró una voz familiar.
Todo empezó a volverse oscuro, la sonrisa y el cantar de su amada, cuya belleza había desaparecido para dar paso a la abominación en la que convierte a una persona el miedo y el terror a perder a alguien, se convirtieron en agónicos chillidos, mientras sus ojos, como esquirlas de un cristal recién roto, se clavaban en su yo interior invadiendo su alma, llenándola de desesperación y dolor como nunca antes lo había hecho ninguna otra persona. Aquella cálida hoguera que segundos atrás había abrigado a su alma del frío nocturno ahora se apagaba repentinamente. Porque solo habían pasado unos segundos, ¿no? ¿o eran ya horas? El tiempo se le hacía eterno, cada minuto duraba lo que una vida en esa agonía. Por suerte, llegó a encontrar cierta comodidad en el frío que le inundaba, así que decidió cerrar los ojos, y esperar a volver a despertarse en su lecho junto a su querida.


Nadie se había dado cuenta de lo que sucedía, ni siquiera la víctima. Todos estaban demasiado absortos en el festejo como para pensar que algo podía salir mal aquella noche. Carnavales. Ni que se tratase de Venecia. Aquella constante esperanza humana de que toda iba a seguir siendo igual, a pesar de que la vida siempre demostraba que era en el cambio constante dónde se encontraba el equilibrio, era lo que otra vez le había facilitado el trabajo. Tendría que volver a agradecer que la pasividad de la vida humana había hecho que perdiese aquella constante atención que le pone todo ser vivo a mantener su existencia.
Pero él no era uno de esos casos. Las circunstancias de la vida habían obligado a Ricardo a mantenerse al tanto de lo que le rodeaba, y él se había encargado de llevar sus capacidades de supervivencia hasta cotas inimaginables para alguien de su condición: de alta cuna, se suponía que tenía la vida arreglada para siempre. Pero como tercer hijo siempre supo que tenía las de perder, no solo en la herencia de bienes materiales, sino como imagen dada y portador de títulos en sí. De poco servía ser el tercero en el orden de herencia al trono español. Aunque, si lo pensamos bien, ser el mismísimo heredero del trono tampoco aseguraba nada.
Al final la caída de su familia no le había venido tan mal. Posiblemente estaría viviendo mejor. Al ser el tercer hijo, era el único preparado para enfrentarse al mundo exterior. El resto se habían dejado estar, dando por hecho que uno sería rey y el otro su mano derecha. Siempre dejándome de lado. Solo dudaste al final, Martín. Aún recordaba cómo su hermano había intentado pedirle ayuda. Tras años dejándole de lado “por no entrar en los planes reales” aquél bocazas había acabado por necesitarle. La familia es la familia, decía. Era muy fácil pedir ayuda cuando nunca te habías preocupado en saber si te la darían, porque ya presuponías que harían lo que pidieses por servir. Pero entre pedir y obtener hay un largo trecho a recorrer.


Están detrás de mí hermano.” le dijo preocupantemente aterrorizado. “Creo que lo sucedido con Juan Carlos no fue un accidente. Y yo seré el siguiente.” Por dentro, Ricardo se reía. Era él el que estaba acabando con su propia familia poco a poco, uno a uno, miembro a miembro, corona por corona. Y al mismo tiempo asegurándose un lugar en el mundo que se les iba a venir encima. Lo encontraba realmente divertido. Él, siempre dejado de lado, mirado con desdén como si sobrase, era ahora el que movía los hilos, el que mandaba. Y aquel tal Glenny le había dado la oportunidad. Nunca diré que el dinero da la felicidad... pero la compra. Nadie esperaba que pasase nada, pero aún así se tomó las precauciones necesarias para una situación de extrema vigilancia. Y la jugada le había salido bien. Los medios estaban seguros de que todo había sido un accidente, o al menos eso le hacían creer a la gente de a pie. Iba siendo hora de que alguien reconociese su trabajo, aunque no se lo atribuyesen a él. Le había salido realmente caro, mucho más de lo que le habría costado un sicario para la situación. Pero valió la pena. Pocas veces había disfrutado tanto como en el momento en el que vio a su hermano ahogarse. La gente había creído que cuando el yate de su hermano se hundió él intentó ayudarlo aunque no hubiese nada que hacer. Nada más lejos de la realidad. Invitó a su hermano a su pequeño navío y, disfrutando de una caipirinha observando la infinitud del ancho mar solo manchada por la presencia del Jinete de Gibraltar de su hermano. De repente, Ricardo chasqueó los dedos, y la risueña expresión de su hermano se tranformó completamente. Desesperación, desprecio, ira... solo por haber sido testigo de su falta de autoridad. No era necesario hacerle sufrir más, así que cuando cayó presa del somnífero que había puesto en su bebido lo metió en una bolsa y, cuidadosamente, se encargó de envolver el cuerpo en cadenas y facilitarle el acceso al fondo del mar. Pero antes de lanzarlo, se encargó de despertarlo. Entonces supo quién había mandado siempre. “Buenas noches hermano, decido convertirte en el heredero de Poseidón, te toca reinar los mares. Aunque en silencio, por favor.” le dijo, antes de tirarlo personalmente. La expresión facial de su hermano había sido un goce. Nunca había disfrutado tanto haciendo algo: ahora sabía que nada daba tanto placer como ser fuente de tal terror irracional.


Por ponerse a pensar en cosas sucedidas tiempo atrás se olvidó de la situación actual, y chocó con un desconocido. Casi caigo. Giró alternando como siempre hacía para dejar atrás a un perseguidor: cada dos calles una a la derecha, una recta, dos a la izquierda y repetir a la inversa; si a la cuarta no le había perdido, tres giros aleatorios y volver a empezar con el ciclo.
A pesar de los nervios provocados por la sorpresa que era el que lo hubiesen cogido desprevenido, no necesitó más que cumplir el recorrido planteado una única vez para perder. Quizás ni siquiera le perseguía, pero no era una riesgo que estuviese dispuesto a correr. Debería haber estado más atento. Pero no era algo que pudiese cambiar ahora. Posiblemente, aquella persona con la que había chocado iría lo suficientemente borracha como para ni siquiera ser capaz de recordarle al día siguiente.
Aunque retrasado por aquellos inútiles giros que había hecho para dejar de lado a aquél posible perseguidor, llegó a su escondite. En obras desde que sabía de su existencia, la casa llevaba tiempo abandonada, así que la había convertido en su madriguera. Éstos duros tiempos habrán ralentizado las reformas. Abrió el gran portón chirriante y entró disimuladamente, como si hubiese alguien pendiente de quién pudiese estar entrando y él no quisiese ser descubierto. A éstas horas todos duermen, o, incluso mejor, están disfrutando de la fiesta.
Una vez dentro se desvistió, dejando los restos del disfraz, algo rasgados por algún que otro contratiempo en la calle e inundados en el olor a humo y whisky tan característicos de la festividad, junto a aquél cúmulo de vestimentas ridículas que había encontrado en la casa. ¿Por qué guardar tanta basura? Y encima dedicarle toda una habitación... Pero él no era nadie para juzgar a alguien por su locura. Ella fue mi perdición, y acabará por volverlo a ser incluso después de haber desaparecido. Aunque le dolía reconocerlo, la echaba de menos constantemente. Para no sentirse débil, había preferido tapar ese amor con odio y resentimiento. Es más fácil cargar con tal peso si lo hago así.

Recorrió el amplio y vacío salón con una calma que no parecía propia. Hacía mucho que no se sentía tan realizado, que no disfrutaba de tal paz interior. Quizás yo no nací para amar. Quizás nací para segar vidas. Tampoco le parecía tan descabellada la idea. Si nos paramos a pensar, miles de millones de personas, prácticamente todas, estaban dotadas con el milagroso don de poder crear vida. Viendo que él no era uno de ellos, ¿no debía concedérsele algo a cambio? Si Dios me creó incapaz de crear vida, por algo sería. Quizás se cansó de tanto diluvio y apocalipsis, y decidió usarme a mí para limpiar ésto de pecadores. Se acercó a la nevera que había en aquella cocina a media y sacó la botella de vodka que había guardado justo antes de salir a trabajar. Mi jefe es un cabrón, y lo único que puedo hacer es brindar en su nombre. Cogió un vaso y abrió la botella. Pero no vertió nada. ¿Por qué usar el vaso? No lo necesitaba. Al igual que nunca había necesitado realmente a su hermano. Cogió el vaso y lo lanzó hacia aquél jardín trasero, dónde se estrelló contra la puerta del baño, haciéndose añicos. ¿A quién se le ocurre poner el baño fuera? Ni que estuviésemos en la edad media. Sin darse cuenta, había dejado la botella sobre aquella mesa en la cocina. La tomó bruscamente por el cuello, como si la ahorcase, imaginando que era ella. Entonces, cogió la botella, la chocó ligeramente contra la ventana, simulando un brindis, y gritó. “¡Brindo por ti Dios! ¡Eres un cabrón con suerte!”. A los pocos segundos, la botella estaba vacía. Y, una vez vacía, de poco servía, así que Ricardo se encargó de hacer que compartiese el destino de aquel pobre vaso.

Despertar: (9) Ritual

Capítulo 9: Ritual


And then, the sun broke into an explosion that no one would ever forget. Because you can't forget something you have not survived to.


     Había madrugado aquel día con la intención de prepararse para el ritual. Cada vez, más seguidores se unían a su causa (más de uno, desconocedor de los ritos de el portador de luz, sin querer) y le ayudaban a aunar fuerzas. Si su éxito seguía aumentando a este paso, no cabía duda de que su misión podría verse cumplida mucho antes de lo esperado. O me miran como a un idiota o como a un farsante. Los pocos que me toman en serio saben que no les conviene seguirme. 

    Hellborn fue un éxito casi inmediato. En cuanto tuvieron preparada su primera maqueta se lanzaron al estrellato, y sin que hubiesen pasado más de dos meses desde el final de la grabación de aquella ya estaban discutiendo contratos con un buen puñado de discográficas de prestigio. No sé como no se me ocurrió antes tirar de hobbies para llevar acabo mi meta. Más aún cuando la música es el único lenguaje universal, el único que todos se esforzarían por entender, la única forma de llegar a cada rincón del mundo, sin importar qué tan lejos esté.
    La publicación de su primer álbum de estudio (titulado Born to be evil) no tardó en escalar las listas de ventas, y lo que empezó como la fervorosa pasión de una enorme comunidad de fans acabó por convertirse en el ente sectario que conformaba ahora a los hellbuilders, nombre que se habían otorgado a sí mismos los aficionados no solo a su música, sino a sus costumbres, forma de vestir y rasgos culturales. Es innegable que la calidad de los fieles no es la misma que tendrían si éstos naciesen del verdadero respeto hacia el señor, pero aún así había conseguido que una religión anteriormente disgregada, que perdía creyentes día a día y tachada de criminal por la ignorante plebe que poblaba el mundo fuese ahora una más entre el montón, cada día creciente ante la desesperación de la gente.
    Porque eso era algo que otorgaba la religión a los ignorantes; calma, seguridad. Era una certeza (sin base alguna para ellos, pero “tenían fe”, “confiaban”) que les aseguraba un mañana, que les hacía creer que había alguien allá arriba o allá abajo, o en las montañas o dónde fuese, alguien realmente poderoso con unas cualidades inimitables, que no les olvidase, que les recordase y les tuviese siempre en cuenta. Que se fijase en como se comportasen, que les juzgase, que señalase si lo que hacían era bueno o mal. Porque todos necesitamos importarle a algo, y es en los momentos de debilidad, cuando más solos nos encontramos, cuando la religión se nos muestra como una clara vía de escape.
  Así que, aunque casi hubiesen hundido a la grandiosa Bretaña en la miseria, Jeremiah tenía algo que agradecerle a los germanos, ya que éstos eran los que habían facilitado su ascenso. Cuando todo cambia, lo que se mantiene solo tiene dos opciones; o se mantiene firme y se convierte en el pequeño resquicio de pasado que le queda a unos pocos locos que sueñan con la inmortalidad de tal entidad, que ansían la eternidad de aquel pequeño enlace a un tiempo que estuvieron mejor, o muere al estar ligada a aquél pasado que ya se da por perdido. Mientras, los que, como él, habían intentado alzar algo relativamente nuevo, algo novedoso para las masas, que tenían los ojos cerrados ante tal creencia y por lo tanto no lo conocían, se habían encontrado con una marea a su favor. Era importante controlar el tiempo; los que se habían abalanzado y alzado justo durante los primeros momentos de catástrofe habían sido relacionados con éste; oportunistas, cazadores de almas en pena, seres que no querían más que sacar provecho. Pero nuestro estimado músico supo verlo venir.
   Meses habían pasado ya desde lo que los británicos llamaban the hatchings (“las eclosiones”) cuando Hellborn se alzó entre la decaída industria musical para presentar su concepción de realidad, su idea de como el mundo debía ser. No importaba si la gente les seguía por tomarse su postura desde un punto de vista cómico, o si se lo tomaban en serio; lo verdaderamente importante era que ellos eran ahora el opio del pueblo, una religión que se mostraba como una luz al final del túnel para los más desesperados, una segunda oportunidad para aquellos que habían visto desatendidas sus plegarias, o un claro signo de rebeldía para aquellos que no querían mantenerse sobre la línea impuesta.
   Como ya hemos dicho, Jeremiah había madrugado con razón; serían los cabezas de cartel en el festival del día de Saint Germain, y semejante acto debía ser preparado. Miró al sol, que empezaba a ser distinguible en el horizonte. Pronto sonaría la señal que daba la orden de retirada a la guardia nocturna, y las calles volverían a estar llenas de vida. Respìró hondo y se metió en el baño, pensando en lo poco que le gustaba Francia; su padre siempre le había hablado mal de los franceses, así que posiblemente la raíz de tal sentimiento fuesen sus palabras. Siempre recordaría como su padre se reía, señalando que era unos sucios, unos brutos, capaces “de bañarse en perfume con tal de no visitar la ducha”. Entonces, siempre acababa preguntando a qué olían los excrementos si uno los perfumaba. Y sin importar lo que yo respondiese, siempre saltaba él, como si fuese un descubrimiento recién hecho, gritando “¡A mierda perfumada!”. “La mierda nunca deja de oler a mierda.” me decía.
En realidad, él no estaba tan seguro de que las palabras de su padre fuesen ciertas; pero las calles de la nueva París no eran algo atractivo, sino más bien todo lo contrario. ¿Para qué iba a perder el tiempo paseándose por ahí?
   Era mejor disfrutar de una caliente ducha, cortesía del estado que les concedía tal lujo a los artistas contratados, acompañada por un desayuno digno de un conde y un trato pocas veces visto, todo en su lujoso hotel.


    Había llegado el momento. Hellborn saltó al escenario justo a tiempo para escuchar el discurso de un francés enloquecido. Vida y muerte, dos cosas tan cercanas y tan lejanas. Jeremiah encontró divertidas las señas que le hacían los organizadores de que anulasen todo concierto previsto para el momento.

-Ni se os ocurra apagar algo... -gritó Jeremiah, justo antes de recoger la guitarra. Fue entonces cuando se oyó la explosión, que se encargó de acompañar de un preciso acorde.-¡Esto acaba de empezar!

   Podía notar el nerviosismo en los ojos de los organizadores. Por suerte, Hellborn contaba con sus propios técnicos para absolutamente todo. No dejaban nada en manos de desconocidos e infieles, así que nada impidió que la explosión diese inicio a un concierto que ningún asistente, por joven que fuese, olvidaría jamás.
   “Es una señal, es nuestra noche.” pensó Jeremiah. Y no se equivocaba. Algunos dicen que aquél mítico concierto duró tres días. Los más exagerados dicen que su duración no bajó de la semana. Para Mathieu no duró ni la mitad del primer acorde. Pero si tenemos que ser exactos, duró trece horas. Trece interminables horas de música ininterrumpida, llenas tanto de los temas más populares de la banda como clásicos históricos como City of Evil de Avenged Sevenfold y Highway to Hell de AC/DC.
    ¿Qué fue de nuestros artistas? Obviamente, el sueño de Jeremiah no se cumplió. El día que la cantidad exacta de personas que él sabía que darían pie al nuevo amanecer que esperaba cantaron Ritual junto a él, no pasó absolutamente nada a nivel mundial. Pero ganó algo mucho mejor; el orgullo de haber hecho, aunque fuese de forma inconsciente, algo bueno. Había conseguido unir a miles de personas bajo el abrigo de algo que no hacía más que beneficiarlas. Les había dado una vía de escape, aunque fuese durante poco tiempo, liberándolos de la dura realidad que vivían. Se había ganado su respeto, y vivió orgulloso de ello lo poco que duró su vida. A los cuarenta y siete años, celebrando el vigésimo aniversario de aquél mítico concierto en el festival de Saint Germain, un terrorista se encargó de decorar su versión de Bring Your Own Bombs de System of a Down con unos explosivos bastante realistas. Lo suficiente como para acabar con toda la banda y algunos de los asistentes al concierto. Pero esa es una historia que abarca un periodo de tiempo que no tengo interés en cubrir.

Saturday 21 March 2015

The Fall: 14. For the night is dark and full of whispers (Demacia)

For the night is dark and full of whispers (Demacia)


-Vayne will lead your squad today. -said Garen.

-May I ask for the reason behind the change? -asked Ezreal without understanding why Quinn would not be leading her squad.

-You may ask that question; that doesn't mean I'll answer it. -replied Garen while inviting Ezreal to leave his tent.

When he was out he understood why he was being dispatched that fast; Quinn had also been cited. Ezreal had only hated two things in his life; Noxians and the lack of a plan. The flash meeting with Garen counted as one of the latter and annoyed him quite a lot, but there was nothing he could do but to accept it and follow the orders he was given.

...

They had left way before the sun had risen; they didn't really feel comfortable scouting so deep, and if we added the lack of trust Ezreal had in his new leader the situation becomes as awkward as it can be. To add on, the rain had not stopped since they left the encampment; it was probably the worst day Ezreal had lived since the war started, and it was only the beginning of it.

The trees felt like torn apart even, the whole forest was empty. Not a soul could be heard, and not a single life showed up around them. The only living being they saw from time to time was Valor, who was scouting for both reconnaissance pairs. Vayne and Ezreal checking the forest and its surroundings, Quinn and the steel legion technician being in charge of the plains.

The day earned a positive point when their scouting finished without a trace of the Noxian army and a message from Quinn that confirmed their presence around the plains. That was the last time they heard about Quinn and the steel legion technician until the night.

...

Ezreal had been waiting long for Lux, but she hadn't arrived. As he was tired, it didn't take long for him to fall asleep in the very same place where he had seen her the day before.

The encampment's chaos woke him up later on; the Noxian army was marching. He went to Garen's tent and found him about to leave.

-Take care of Quinn, Ezreal! -shouted the Might of Demacia.- Jarvan IV shall lead the charge, and I'll be there covering him! I need you to take care of her wounds!

Ezreal had no time to answer; as big as Garen was, he had vanished into the chaotic crowd that was the Trinity army. It didn't take long for him to hear a groan and Quinn's voice calling for him. He ran towards her and prepared some painkilling medicines. After Quinn's pain faded away, she started to talk frantically.

-I'm sorry Ezreal, I'm so sorry, it wasn't meant to be that way.

-Calm down and rest Quinn, you're hallucinating because of the medicines. -answered Ezreal trying to get his squad leader to sleep.

-No I'm not, I wish I was... That wasn't meant to happen Ez, we got caught... -continued Quinn.

-What happened to the steel legion technician that was with you? Couldn't he protect you? -asked Ezreal nervously.

-She won't come back Ezreal... -whispered Quinn before fainting.

Ezreal couldn't believe what he was thinking. He needed to be wrong; she had to come back.

Wednesday 18 March 2015

Dream Journal: 6. Not my carpet

He entered the room and asked me when would he be able to clean his clothes; mine were still hanging while I waited for them to dry out. I needen't answer; it was a dream. That's why I got back to sleep.

After a while I woke up; when looking at the floor I noticed a big sky-blue carpet on the floor; I had never had a carpet in my room, let alone of that colour. That was how, again, I noticed I was dreaming and decided to actually wake up.

When I woke up, there was no carpet; it was my room, as real as it could be. I looked at the watch and noticed that there where four hours left until the alarm clock woke me up, so I went back to sleep.

During those four hours I had three more dreams of which I can't remember nothing. I woke up after each of them, but I didn't check the time until the last one at 8.15. Fifteen minutes for the alarm to wake me up; I went back to sleep until the clock did its job.

Sunday 15 March 2015

Despertar: (8) Atentando

Capítulo 8: Atentando


Qué estaba bien, qué estaba mal. ¿Importa eso? ¿De verdad el fin justifica los medios? Eso espero...

Aunque hasta hace un momento le ahogaban los nervios, pocas veces Mathieu se había sentido más sereno. Era su turno de guardia, y sus compañeros, normalmente algo antipáticos, hoy estaban bastante más amigables. La causa de aquél cambio era, con total seguridad, las festividades de la zona reconstruida de la ciudad. Y el alcohol. Un buen trago puede hacer que el mayor de los idiotas se vuelva alguien entretenido y digno de conversación.
Las obras de reconstrucción se iniciaron con la intención de devolver parte de la inmensa belleza que había caracterizado a la capital francesa durante la época previa a lo que algunos se atrevían a llamar guerra, aunque no había sido más que una serie de atentados masivos que sirvieron en bandeja una conquista masiva. La primera obra acabado fue el palacio de Saint Germain, residencia del gobernador, y cuya inauguración se anunció por todo lo alto con festines inimaginables para el momento, un pronunciado jolgorio exaltado por unos músicos inimitables y shows cuyo mero recuerdo aún ayudaba a la gente a olvidar el penoso momento que pasaban. Desde entonces, anualmente se celebraban festivales y espectáculos, junto a incontables banquetes y demás actos populares en lo que había acabado por ser conocido como el día de Saint Germain, a pesar de no tener relación alguna con la religión.
Con su petaca llena de un cargado licor y embutido en sus ropas de trabajo, Mathieu fue en busca de su compañero de guardia, un sordomudo alemán de aguda vista.
Al encontrarse, Otto recibió a Mathieu con un cálido saludo. Tan cálido como puedan ser un par de movimientos raros de manos... Los meses de trabajo que llevaba con su no tan estimado compañero le habían servido para aprender aquel curioso lenguaje, cosa que posiblemente fuese la única que agradecía haber aprendido desde que entró en el cuerpo de vigilantes.
Aunque amigable por momentos, Otto no era muy parlanchín. Era un hombre de pocas palabras, aún incluso para un sordomudo, así que por suerte no tendría que soportar quejas sobre el no poder disfrutar de las fiestas.
Tras casi dos horas de silenciosa observación, Mathieu le hizo señas a Otto para comunicarle que se tomaba un corto descanso, que estaría pronto de vuelta. Volveré cuando me lo pidas a voces.
En épocas como aquella se seguía la filosofía que dictaba que aquello que tiene un muro alrededor no necesita más protección, ya que si nada puede acercarse, nada podía tocarlo. Nosotros somos ese muro. Mathieu lo encontraba bastante divertido: el hecho de que se tomasen tan pocas precauciones en lugares con tanto armamento, más aún teniendo en cuenta el desarrollo de los acontecimientos de las últimas décadas.
Siendo él el encargado, entrar en el almacén y cargarse con lo necesario no le fue complicado. Además, se encargó de colocar cargas dentro del mismo recinto, para asegurar su futura inexistencia, para limpiar aquél lugar de todo posible de método de profanación hacia la vida. No quedará ni un arma en París después de esto.
Estratégicamente repartió cargas explosivas alrededor de la estructura para hacerla colapsar, para tirarla abajo. Yo estudié arquitectura para diseñar cosas así, no destruirlas. Y aún así aquí acabé. Le costaba creer que le fuese todo tan fácil, siendo Mathieu alguien tan inseguro. El alcohol es la clave.
Una vez que estuvo seguro de haber colocado todo en su sitio decidió dirigirse hacia la pequeña capilla que había cercana al recinto. Necesitaba pedir perdón por lo que iba a hacer.


La hermana Constance llevaba un ya un buen rato rezando cuando aquél hombre entró. Cargado de culpa, apenado. Constance siempre había sido muy empática, era uno de los regalos que el señor le había hecho. Y la gente que se pasaba por allí siempre acababa agradecida por ello, aunque no siempre se lo dijesen. Aún así, Constance no dejó de rezar. No debo interrumpir el rosario.
Desde la muerte de su madre durante los años de la violenta transición rezaba un rosario al día para pedirle al señor que cuidase de su madre y a la Virgen para que la ayudase a ser más fuerte y soportar tan dura pérdida (que obviamente aún no había superado).
Aún así, concentrada como estaba en rezar, notó como aquél hombre se arrodillaba ante el altar junto a ella y cumplía con su cometido. Le vio marcharse, tan silencioso como entró.


¿Estaba tomando la decisión correcta? Le había pedido consejo a Dios a pesar de no ser creyente. No sabía qué hacer. Día a día tomamos miles de decisiones, sin saber nunca cual será su resultado de una forma completamente segura. La decisión que había tomado seguramente provocaría miles de muertes. No era una certeza, sino una seguridad estadística que no se acercaba ni de mucho al cien por cien. Si hubiese que dar una cifra, diría que había un noventa y nueve coma setecientos noventa y dos por ciento de posibilidades de que las consecuencias de lo que estaba a punto de hacer fuesen realmente catastróficas. Pero, aún así, eso dejaba otra infinitud de posibles desenlaces; ninguno de ellos seguro, solo probable.
Y aún estaba a tiempo de retractarse. Pero esa era una decisión que no estaba seguro de si podría tomar a tiempo. Quizás tenía que convencerse de que no debía hacerlo. Quizás el trabajo mental que era haber planeado algo así, pensar en las consecuencias, en el sufrimiento que provocaría. No. Tengo un objetivo claro. Tengo que enseñarles la fragilidad de la vida, la falta de certeza del futuro.
Con ese pensamiento acabó por decidirse a hacerlo. Ya estaba todo preparado, así que se dirigió hacia la plaza. A paso lento, sin intención alguna de apurarse, sin sentir la imperiosa necesidad de llegar antes. Porque, aunque le costase reconocerlo, aunque le costase decírselo a sí mismo, en secreto, no era capaz de hacerlo. Era un idiota, un ser frágil, carente de iniciativa; tal idea nunca podía ser suya, y si lo era él nunca podría ser capaz de llevarla a cabo.
Y, sin darse cuenta, de forma repentina para él, llegó a la plaza. No tenía sentido; acababa de salir y ya estaba llegando. Todo sucedía demasiado rápido. Seguramente eran los nervios, todo era culpa de los nervios, de esos malditos nervios que le invadían siempre que intentaba hacer algo suyo, algo propio, algo que no era debido a la petición de otra persona. Tras vacilar un poco, subió al escenario donde hasta hace poco había estado dando un concierto una prestigiosa banda de rock satánico y se puso a hablar.
-Me presento hoy ante ustedes para explicarles algo que necesito que sepan, -dijo altivamente mientras se habría el chaleco y mostraba los explosivos que llevaba- algo que es necesario que escuchen. No se les ocurra intentar evitar que mi mensaje se difunda, o haré volar este lugar por los aires. Simplemente escuchen y nadie saldrá herido.-mintió Mathieu. Ahí está la cosa; ahora ellos dan por sentado que vivirán solo porque yo se lo he dicho. Mathieu tomó aire antes de seguir. -Día a día damos por seguras muchas cosas; que al ir al colegio nos reñirán por no hacer los deberes, que por ir a trabajar nos pagarán, que al mirar para cruzar la calle no nos atropellarán o que al subir a un avión llegaremos al destino por el cual pagamos. ¿Y en qué nos basamos? En estadísticas, en números, -Mathieu se aclara la voz y escupe antes de seguir-en que normalmente así es como van las cosas. Comúnmente, si queremos hablar con corrección. ¿Qué les hace pensar que estarán vivos mañana? ¿Qué les hace pensar que su marido no estará mañana con otra? ¿Qué les impide pensar en su hija como la próxima víctima de violación en el pueblo? La estadística, el hecho de que anteriormente nunca se ha dado. Pero piensen que forman parte de un colectivo; la estadística está a favor suyo si la usan mal, pero si la aplican como toca verán que lo tienen jodido. Miles de personas sufren esa suerte día a día. Ahora mismo, mientras yo hablo, seguro que hay alguien viviendo tal situación. Y ese alguien también pensaba que no le podía pasar. Que era imposible. Que era... estadísticamente improbable. Ese es su error.-levanta el interruptor con la mano derecha mientras con la izquierda se lleva el micrófono, y baja para encontrarse con la multitud, que intenta alejarse de él-Y ahora lo pagarán caro. Confiaron en que vivirían solo porque yo lo dije. Pero hoy en día, las armas permiten cambiar eso en cuestión de segundos. Cruzar la fina línea entre la vida y la muerte, aquella que le parece tan gruesa a tantos de vosotros. Ahora, me encargaré de que muchos de ustedes la crucen.
Entonces se sintió la enorme explosión. El cielo se tiñó de un color poco común aquella noche en que la armería desapareció en una explosión que nadie será capaz de olvidar.
Permítanme explicarles en un momento lo que pasó; Mathieu tomó la decisión equivocada. No me malinterpreten, no me refiero a la elección moral o ética, sino a la elección de explosivos. Los concentrados, que prefería para la estructura, para derribarla y deshacerse con ella de las armas que tanto le habían atormentado desde la primera vida que había quitado (la de Ricardo, con quien más tarde nos reencontraremos por si les interesa saberlo), pero se equivocó y usó unos mucho más potentes que derruyeron el edificio y todo su alrededor. Mientras tanto, los explosivos que llevaba encima solo lo mataron a él.

Las pocas personas que salieron heridas aquella noche de la plaza no tenían más que unas leves quemaduras. El problema más grave según una madre de familia numerosa era “que la pequeña no había dejado de llorar y debido a ello no había podido escuchar el emotivo discurso”. En el recuento de víctimas de aquella noche figuran siete personas, y seis de ellas no estaban en la plaza. La hermana Constance, muerta en la iglesia debido a la devastadora explosión, nuestro querido sordomudo Otto, que estaba demasiado cerca de la explosión como para poder evitar su fatal desenlace, nuestro ya conocido Mathieu y otros cuatro que no conocemos y tampoco nos importan.

Despertar: (7) Pérdida

Capítulo 7: Pérdida


Me vigilaban. No necesitaba comprobarlo, estaba seguro de que me vigilaban. Lo notaba en la nuca a pesar de estar tumbado en la cama. Todo me observaba en mi oscura habitación. No podía asegurar quién ni qué lo hacía, simplemente me sabía observado. Que nadie me malinterprete, que lo digo muy claro. No sentía que me observasen, ni dudaba si me estaban espiando. Era totalmente consciente de que fuese quién fuese el supervisor de mi situación, era capaz de conocer hasta mi más profundo pensamiento. ¿Por qué jugaba así conmigo?

De repente, el niño escupió, sin miramiento alguno, una dura sentencia. “¿Sabes mamá? Creo que lo mejor sería que papá se muriese antes que tú.” Las palabras entraron a la fuerza por la mente de la madre, que intentaba asimilar los vocablos recién liberados por la supuestamente infantil mente de su hijo. “No me malinterpretes, no le deseo ningún mal. De hecho, lo mejor para él sería eso. ¿No estás de acuerdo conmigo?” La frialdad de su hijo se le contagió, pero de otra manera, helándola, dejándola incapaz de responder ante las atrocidades que vomitaba el niño que antaño había creído que era su inocente retoño. “Es que a él no me lo imagino capaz de superar tu pérdida. Seguramente acabaría cómo el abuelo, cómo un lobo sin manada perdido en un territorio que no es el suyo, incapaz de alimentarse como todos mientras piensa que lo que hace es completamente normal, a pesar de ser él algo fuera de lugar. En cambio, tu eres más fuerte, a ti te imagino sobrellevando la carga, luchando impasible contra viento y marea, ocultando siempre tus debilidades a la hora de dar la cara, pero capaz de confesar tus penas cuando correspondiese. Y todo esto, sin que tus nietos notasen absolutamente nada. Estoy seguro que crecerían con la imagen estereotípica de abuela que te sobrealimenta, que te achucha sin parar y que no deja de coronarte como rey de una u otra cosa, como la abuela a la que confesarle las penas pero también las alegrías, las primeras aventuras amorosas así cómo sus primeros fracasos, tal y cómo hice y haré yo mientras crezca. ¿Me entiendes mami?” Incapaz de contestar, se calmó, al ver por dónde iban los tiros de su hijo. Aunque le perturbaba la frialdad con la que hablaba de algo tan fatal e imprevisible, no podía negar que tenía parte de razón. O al menos eso era lo que ella creía. “Sí, hijo, sí. Pero no has acabado. Sigue.”. El joven no esperaba esa respuesta, cosa que le chocó, pero no tardó en retomar el tono serio que le había caracterizado durante el discurso para continuar explicándose. “Al contrario que tú, la imagen de papá sería una mucho más melancólica. Si tuviésemos suerte, lamentaría tu pérdida con baladas de guitarra, y escuchar su canto desafinado sería el mayor de nuestros problemas. Podría seguir disfrutando de su comida llena de todas las especias que nunca me han gustado, de sus desvaríos económicos y rígidas opiniones nunca cambiantes, pero eso sería en el mejor de los casos. Por desgracia, lo que espero de él es una imagen más parecida a la del abuelo. Metido en su mundo, leyendo, se aislaría de todo y todos, intentando hacernos ver al resto, cada cierto tiempo, que está bien, sin siquiera saberlo él con certeza. Haciendo cómo que disfruta de su whisky favorito en el salón, mientras lo que en realidad hace es recordarte, en todo tu esplendor, aquél que luciste, luces y lucirás hasta el fin de tus días. Por eso tengo miedo, por él, por nosotros. Me da pena que pueda acabar así.” Las palabras de su hijo, aunque lógicas, seguían siendo demasiado duras para ella. No podía soportar más un discurso semejante. “Hijo, por favor...” murmuró ella taciturna. “Tranquila mamá, ya me voy. Sólo quería pedirte una última cosa.” dijo, con la misma voz inocente que le había caracterizado desde el día de su nacimiento, una voz que difería radicalmente de la que le había estado hablando durante ese momento. Triste, la madre asintió. “Claro Julius, ¿qué quieres?”. Dudando un momento antes de hablar, su hijo necesitó de unos segundos para preparar mentalmente la pregunta. “Te pido que por favor sobrevivas a papá. Te lo ruego, te lo pido por favor. Por él.”

Aunque no de la forma más efectiva ni tampoco tan enteramente cómo él había esperado, su madre había cumplido aquella promesa que había hecho aquella extraña tarde. En el momento en que el asalto a su hogar se inició, ella corrió de forma intuitiva hacia dónde él se encontraba, para luego esconderlo en un lugar de la casa cuya existencia el siempre había desconocido, ordenándole que no saliese de ahí hasta que no tuviese qué comer o beber, sin importar quién o qué se lo pidiese. Fue en ese momento cuando Julius se dio cuenta de que todo iba a cambiar. Su madre nunca daba órdenes. Podía pedir las cosas más o menos simpáticamente, podía sugerirlas con más ahínco de lo normal, pero nunca daba órdenes. Para cuando su madre acabó de escupir esas últimas palabras, los asesinos ya habían vaciado la cabeza de su padre mediante una precisa bala que limpió esa la soñadora cabeza de tan ilusa persona de toda emoción restante. Les había faltado la valentía de matarle honradamente, dando la cara, ya que el proyectil que disipó la esencia de su padre había salido disparado del arma de un francotirador posado en las lejanías, del cual él nunca sabría nada, sin importar si salía vivo o no de ésta.. La suerte de su madre no difirió de la de su padre. De hecho, ni siquiera parecía que ella hubiese querido evitar tal destino. Ni tan siquiera se lo planteó. Tras cumplir la promesa hecha años atrás y poner a salvo a su hijo, corrió, sin intentar ocultarse, sin intentar defenderse, sin el más mínimo cuidado. Contando fríamente cada uno de los pasos que daba su madre, el ruido que provocaba el golpear de sus zapatos contra el parqué, supuso que había decidido dirigirse hacia el lugar donde yacían inertes los restos de lo que había sido su padre para acompañarle en lo que fuese que pudiese haber más allá de la vida y la muerte, para evitarle esa agónica existencia de lobo estepario. Fue así cómo, sumida en la tranquilidad e impasibilidad que siempre la habían caracterizado, armada con su siempre falsa sonrisa y un corazón maltrecho antaño lleno de falsas esperanzas, fue abatida por uno de los muchos cazadores que, expectantes, esperaban a que ella, su presa, se apareciese en su campo de visión.
En el fondo, se dio cuenta de que todo seguía igual. Visto desde el punto de vista obvio, estaba claro que algo había cambiado. Llevaba tres días comiendo a oscuras, sin ser capaz de percibir nada que no fuera el fuerte olor de su orina bañando el suelo junto a las defecaciones que se pudrían junto al paso del tiempo en una lata ahora vacía de conservas. Llevaba tres días solo, absolutamente solo, sin disfrutar ni sufrir la compañía de ningún otro ser, ni siquiera una rata que, ansiosa, hambrienta y atraída por el olor, hubiese pasado a saludar interesada en la comida que pudiese encontrar. Llevaba tres días sin la protección ni las palabras reconfortantes de nadie que no fuese él mismo, tres días aislado e incomunicado de la vida. Aunque también era posible que llevase semanas, meses o años así y no se hubiese dado cuenta. Quizás siempre había estado así de solo. Desde siempre sus padres se habían ido distanciando de todo: su padre empezó con una lucha contra el sistema para distanciarse de la clase alta, para después asquearse de los sucios mojigatos que plagaban la clase obrera y decidir formar el nuevo ejército para aquél hombre que él una vez había odiado y una vez acabada con éxito su ambición de crear la fuerza del orden más eficaz y temida de toda Europa, se dio cuenta de que su falta de valores humanos y su excesiva rigidez moral le provocaban arcadas. Pero no solo a grandes rasgos, sino también en el ámbito familiar: las luchas con su hermano habían empezado siendo codo con codo durante lo que entonces habían llamado “el despertar”, para más tarde convertirse en una constante competición por ver quién tenía más razón respecto al método a llevar a cabo para arreglar aquello que consideraban que estaba tan mal, y luego derivar en una estúpida lucha por la herencia. También se había ido alejando de sus antiguos amigos, olvidándose siempre de intentar acercarse a alguien nuevo, hasta el punto de olvidar también la amistad que le unía a su madre, siendo Arthur un marido que, a pesar de ejemplar, dejaba mucho que desear en lo referente al papel de cónyuge. Su madre no había sido diferente, pero era de otras cosas de las que se alejaba. Thalía no había sido capaz de soportar la pérdida de su marido, que aunque seguía ahí, para ella ya estaba muerto debido a esa enorme distancia virtual que les separaba. Fue así como, para alejarse de la sensación de soledad, buscó la compañía de otra gente. Pero no era una compañía sana: esa relación de “amistad” se basaba en compartir horas, días quizás, llevando a cabo cualquier tipo de actividad que se pudiese hacer en grupo, pero siempre cubierta y protegida tras los muros que había impuesto sobre su alma, encerrándola en una celda de la que nunca más salió. De hecho, ni siquiera ella sabía si su alma seguía viva, ya que con tal de poder simular su normalidad se vio obligada a olvidar todo el pesar que antaño la había ocupado. Y siempre que algo malo surgía, en lugar de afrontarlo, lo encerraba en esa prisión y hacía como si nunca hubiese pasado, pasando todo por un filtro de trivialidad que a veces incluso alcanzaba cierto matiz cómico. Así hizo ver a todos que sobrellevó la muerte de su padre y la posterior desaparición de su madre, que hundida y perdida en los mares del alzheimer, seguramente vagaba por el mundo sin ayuda ni compañía. Dejó que mucha gente se apareciese en su vida, pero con cada persona que se acercaba aumentaba de forma exponencial la distancia que tomaba con las conocidas anteriormente, distanciándose así de todo al final. Por lo tanto, el hecho de estar solo no era algo nuevo para él. Aunque físicamente solía estar acompañado, la complejidad de las circunstancias era algo que provocaba una situación de aislamiento preocupantemente ideal.

Estaba seguro de que necesitaba a alguien con él. A alguien que, cuando se acostase, le diese ese beso de buenas noches antes de marcharse. Necesitaba a alguien que no se fuese, que cuando se hundiese en las profundidades de la noche le acompañase con un cálido abrazo, con un par de dulces palabras e incluso, de tanto en tanto, con alguna acalorada discusión. Necesitaba a alguien que le recriminase lo que hiciese mal sin miedo a lo que pudiese pensar, a alguien que le dijese que era perfecto pero que en cuanto cometía un error se lo recalcase, a alguien que le valorase tal y como fuese, y al mismo tiempo necesitase a alguien tanto como él lo hacía. Necesitaba a alguien a quien besar, a alguien a quien abrazar, a alguien con quien compartir aquellas aburridas e interminables noches de insomnio para así hacer de ellas otra gran aventura. Pero por encima de todo ello, necesitaba saber quién era aquella persona que necesitaba.
Cargaba con aquél vacío: no el de estar solo, sino el de no saber con quién quería estar, aquél que debía su existencia a el conocimiento de una situación mejor pero no de una llave que abriese la puerta que le permitía la entrada. No pedía que le diesen la llave, solo que le señalasen cual era, para así saber que era posible llegar a aquella idílica situación, que había un camino a seguir para conseguir su objetivo. Aún así, no podía decir que se sintiese mal; lo que él llamaba vacío no era más que un hueco que día a día se veía cubierto por la calidez de amigos y familiares con los que pasar un buen rato sin hacer nada, con los que disfrutar de una buena cerveza, con los que discutir acerca de la situación actual o con los que opinar sobre una gran historia. Pero, aún así, estaba seguro de que no era lo mismo.


Saturday 14 March 2015

The Fall: 13. Dead man walking

Dead man walking


-You also heard it. -whispered Thresh, without asking for an answer.

He needn't reply. Whoever he was, his answer didn't matter now. He had been called a lot of names, but now he was no more than a living dead walking with the sickest warden the world had ever met. He didn't really like the sensation of being nothing but a dead man walking, but the feel of liking something was unbearable to his existence. The dead man found himself on the floor, and Thresh talked again.

-Don't you remember what I told you? If I talk, you answer. -angrily said the Chain Warden.- If I walk, you do. Wake up, we've got a long road to walk.

He woke up, his eyes burning at the sight of Thresh's smile; if he was still alive, he'd be afraid. But he was not alive anymore. Xin Zhao was dead. The Viscero was buried deep beneath the Noxian arena, and the Seneschal of Demacia had died at the hands of Noxus. There were no roles left for him to live.

...


Captain Fortune was leading the fleet; his vessel was being followed by seven other ships which as a whole were known as Riptide. In the past twenty years, those eight crews had been paid to protect Ionia; not a man or woman of Bilgewater had died while on duty, and not a single Noxian ship had lasted long if the patrols were around. But the Black Mist... this was a completely different enemy.

Year after year, the Black Mist grew stronger. The dead ones were literally knocking at the doors of every single person that inhabited Bilgewater, calling for their relatives to share with them the trip back to the Shadow Isles. This expedition was something outstanding; the last hope of every man and woman of the region. 

But the Black Mist did not forgive the absurd recklessness of the men and women who had set sail. Days passed by, but there was no trace of Captain Fortune's crew. Not a single ship on the horizon; nothing but mist to be seen. The nights were also way more calm than before; nothing but mist to be afraid of.

Yasuo worked hard the first days of Harrowing; he had been three days and nights non-stop fighting those horrors and abominations. He helped the children and their families that tried to escape the terrors who haunted them, he took care of the bar whose owner had been receiving him like a friend would during those last years. At the end of the third night, when he realized that the mist was no more than an empty darkness, Yasuo walked again to the docks. Without a thought, he let himself fall into the very same place that his coats had been three days ago, before the unfolded events.

-The right to die during my watch is held by my enemies and me only. -calmly said while banishing into his own mind and falling asleep.

That night he dreamed. And so he did for the next three days and nights.

Flash fiction: Those little things

I'd like to give a bit of context before jumping into the story itself; there was a post on the /r/askreddit subreddit asking for the saddest story that someone could write with two sentences. I encourage you to check it if you're strong enough to face what you will find there. Mine is nothing but a glimpse, if you dive into that post you'll find a lot of awesome(ly sad) stories that in my honest opinion will make your hearts shiver.

This is the one I wrote:

Those little things whose existence we forget; smiling, laughing, loving... breathing. My baby was given no chance to know how those felt like.

Friday 13 March 2015

Dream Journal: 5. It's forbidden.

I was explaining it to her, but there was no way for the girl to understand it. "Do you want me draw it?" I asked while picking the huge book she was reading. In a corner, where the graphic was, I pointed out some particular points by writing with my pen. "Do you understand it now?" I asked again. There was no need to answer; I had commited a foolish act.

I'd become a pariah, I'd be damned and condemned to the seven hells for doing something as cruel and horrible as that. I had used a pen on one of the bibliotheke's book.

Then I woke up.

Dream Journal: 4. Dream, Reality and Doubt.

We were all at home; the typical family day with good food, swimming pools, houses with no walls and a dog that I never knew (even though he looked quite familiar). After enjoying the moment for a while, I realized something; what I was living wasn't real.

What was it then? The Matrix? No way, that's just some sort of film thing... right? But if this is not the Matrix, then what?

After some thinking I realized; the details didn't match anything, I had to be dreaming. That was when I decided to kick the house down to debris. Starting with the stairs, I saw everything fall as easily as a cookie cracks when I want to break it before getting a half into my mouth. I was dreaming; in my mind I was powerful, and I'd do what I wanted with no consequences whatsoever.

But then I realized that everyone was staring at me way too seriously; what I was doing was not right. Their faces made me rethink my ways. They even forced me into reconsidering my reality. They forced me out of my idea; they strangled my creativity and forced me back into reality.

Only then, when I accepted that I wasn't dreaming, it ended.

Dream Journal: 3. The Restaurant

They were both driving me mad; I didn't really know what to do with them. When one left, the other one turned on me and did whatever she wanted. I needed to stop that. I needed to find somewhere safe. I hid in the bathroom and ran through every corridor there was; but I just couldn't escape them

That's how I got to the restaurant. My friends were eating there; I knew I would be safe sitting with them. They wouldn't come for me, not with protection. At least that's what I thought.

Tuesday 10 March 2015

Dream Journal: 2. The Stairs and the Dinos

It was an egg; in the very moment I realized that, I threw it to the closes nest I saw, and in a second five of those dinosaurs were in front of us, having climbed the tower absurdly fast. Four looked like velociraptors, and the fifth one was a mix of a four legged raptor and a stegosaurus.

We pushed them down. They fell, they were hurt and they were angry and resentful. We all turned back and started climbing the towers' stairs towards... somewhere. Where were we going? I didn't really knon. I just knew that if I stopped climbing the stairs I would die at their teeth and claws. Armed with a scalpel and a fork, I turned them both head downs so that I wouldn't nail them into me if I fell.

I was nervous; my weapons wouldn't be enough if I needed to use them, and even if I heard nothing at all I knew that there were friends at my back being slow enough to be caught and forgotten. I started using my hands to climb the stairs faster, pushing myself up with them. But it didn't look elike it was enough. When I was starting to get tired, I heard the alarm.

It all ended there.

Saturday 7 March 2015

Dream Journal: 1. The Farm and the Croc

It was quite a strange farm. Lost in Catalunya, it had a lot of different animals living in strange conditions; crocodiles, sheeps, goats, lions and more. One of the weirdest animals I saw there was a rhino with 8 legs and something like shoulders for every pair; a long and fearsome creature that looked quite real to me. I had gone there with A and her friend A', and there also was A'' (a famous drumer).

A'' was about to bring us to a secret room of the place whose existence was ignored by most workers of the place. He left a second because he had to organize something and left us looking at the animals.

While we were strangely looking at the hand-made houses that the animals shared, a crocodile got out of one of them and bit my arm; he wouldn't let go, he stuck his teeth deeply and would only leave when Ishaked my arm endlessly and aggressively. Seeing that A and A' could not help me, I seeked the workers aid; they ignored me for a long time, most of them even running away from me.

It took really long to find someone who was eager to help me; I was about to shit on them telling those two guys how everyone had foolishly ignored me, but after a closer look I noticed that they were the first guys to run away when I called for help earlier; I needed the help desperately, so I just ignored the past and politely asked for help.

They called more servants and, together, we got the crocodile off of me; as a reminder now I have both arms covered in teeth-marks and half a piece of forearm lacking (luckily, there was no bleeding at all). When I was walking my way back to where I was with A and A', everything ended.

The Fall: 12. Farewell, my friends, pt. 3

Farewell, my Friends, pt. 3

Quinn could not calm down. The execution was something she was clearly against, but she could not disobey Garen. Not now, not during these days.

Also, the weather didn't help at all; the storm was lasting way longer than usual, with lightnings causing several fires around the city. The climatic anomaly had taken more than thirty victims, and that was without counting the casualties of the governments repression system that were hidden behind such an unnatural incident. To add up, Valor was nowhere to be seen.

She couldn't understand how Lucian was so calm. While she and Vayne shivered nervously, Lucian was nearly falling asleep besides the platform's small stairs; with his gun at his feet, he used Senna's as a pillow by laying it on his knees and his head on it. Meanwhile, countless citizens gathered in the square; they had come to see Poppy's execution.

Dark times bring dark thoughts to people's mind and dark needs to their hearts. They were not mean or evil; they were just scared. Propaganda and missinformation had widely spread a feeling of insecurity that had deeply digged its way through the Demacian hearts and infected every feel with hatred and misstrust; that was the only explanation she could find, the only way to justify their actions. Poppy's death would be a bless for them; the execution's duration was time that they wouldn't be using to try to face their own problems, the execution's reasons were the nonsense that helped them to find someone who blame for their misfortunes and the spitting they were giving to and old friend like Poppy was no more than their desperate wish for something to change.

...

Something woke Lucian up again. ¿A noise? ¿A step? No, it was different this time. People were silent. Even Garen was staring at the skies. They all looked charmed, as if a witch had forced them into an hallucination or something like that. ¿What were they looking at?

It took him a bit longer to realize; the air was glowing lightly. Small lights floating around, as minuscule as you might see the stars, but at the reach of his hand. Time felt slower around him; he could feel more than ever. The air through his lungs, the wind trying to wave his hair. The weight of Senna in his hand, the lack of something deep in his heart. And then the gust came.

Most people fell to the ground. Those who were not lucky elevated to the skies and fell onto those that were besides them seconds ago. Even Garen was lying in the ground, his sword soaked in blood and nailed on the ground, with a small hand laying at its side. Lucian felt his kings anger for short; once he realized Poppy was not there, he smiled to himself and run out of the square. He knew that Garen had seen his face; without a head to chop off, he'd look for someone to blame.

He had to leave the city.

Sunday 1 March 2015

DeWitt

Mirándote a los ojos era aún más difícil. El viento hacía que tu flequillo bailase alegremente, como si de mí se mofase. Una sonrisa y una mirada al infinito que servían para hacerme sentir la persona más tonta del mundo. ¿Y se suponía que tenía que escuchar lo que decías?

Porque a veces es difícil. Cuando no haces más que darme razones para sonreír, cuando pienso que es gracias a ti que no he caído presa de la locura, cuando me paro a pensar en lo que haría si no estuviese compartiendo ese momento así... Se me va el santo al cielo y no respondo. La mente en blanco, como si estuviese recién salido de un choque. Con la diferencia de que es cada una de tus sonrisas las que hacen que me quede casi en estado vegetativo, con un reflejo que intenta imitar a tu sonrisa pegado a mi cara.

Alguno diría que eso es algo malo, pero yo creo que es esa pequeña locura la que se encarga de mantenerme cuerdo. Esos momentos en los que lo oscuro que me envuelve desaparece, unos instantes que a veces siento que podrían ser eternos y no me cansaría jamás, aquellos que hacen que siga siendo quien creo ser... y que me ayudan a querer seguir siéndolo.




The Fall: 11. Cling-clang go the chains

Cling-clang go the chains


The Viscero was dead. Xin Zhao too. Still, something walked through the paths and roads of Runeterra with Thresh, and it definitely looked like him.

...

Astor could do nothing but hide after he felt them. Astor had never been special; a common merchant that lived on the roads between towns and cities, aiming for no more than another day of life. He was what we would call a normal person; nothing distinguished him from any other travelling merchant. And he thanked that.

His red eyes were always covered with tinted lenses that showed the typical brown eyes to the world. His short white hair was dyed pitch-black, leaving no trace of its true lack of color; same with his eyebrows. Astor shaved every inch of his face every morning, for later covering it all with tons of makeup; that's how his pale white skin ended up remiding everybody of the Ionian beaches. Aside from the lies, everything was normal for Astor; but not that day.

Polly, his albino mare, had suddenly started to run, leaving him alone by the fire. If he hadn't known the animal since it was born he would have thought that some animal had scared her, but that was not the case. After the chaos of his beloved mare departure was over, the night's silence reigned for a moment. But it didn't take any long for the clin-clang of some chains to echo through the night.

He didn't realize what he was doing until the fire was no more than cinders. His cargo hidden in the forest and his soul on his feet, digging him deep in the ground. Astor couldn't even make sure that he was breathing; something was holding him back from doing anything that was not silently hiding. He was scared with no reason; no reason until he saw them.

He recognized Thresh from the very beginning; once human, he was no more than a monster now. A mad man that had laughed at death itself and now walked through Runeterra harvesting souls. He had heard countless tales about him, specially during his times at Bilgewater. He remembered a young man crying at a bar in a small village near the city of Noxus talking to everyone about Thresh's insane laugh as he took the soul of every thing he had loved. But the Chain Warden was not alone.

A man whose armor was soaked in blood, whose spear was letting go little droplets while they both walked at the rythm of the cling-clang of the chains. A man whose face showed nothing; no fear, no hate, no love or empathy. A man whose eyes were closed, whose mouth only opened to answer the questions of the madman that had him in chains.

Suddenly, Astor heard a small squeak at his side. When he looked, he found a small light that danced around him; the surprise stunned him for a second, and after that he screamed. He heard one last loud clin of Thresh's chains, and then he started to run.

What to do? There was no time for thinking, he could only run. He could only follow the aether wisps.