Hacía meses que las calles se habían vaciado. Los medios nunca habían querido escucharlos, por obvio que fuera; es lo que tiene vivir en un lugar tan pequeño como Matute. Aunque a los locales les importaba lo sucedido, aquellos de fuera ni siquiera percibían su existencia. Y, claro, si ni siquiera sabían que el lugar existía, ¿cómo iba a preocuparles lo sucedido?
Todo empezó el último verano, hace ya un año. Muchas familias abandonaron el pueblo perdido en la montaña en busca del sol y el agua que las regiones costeras les ofrecían. Era normal que algunos se fuesen todo el verano; a nadie extrañaba que el maestro Ciruela aprovechase las vacaciones escolares, y la familia del pastelero Tartonni había pasado todos los veranos fuera desde que la madre de éste enviudó, para hacerle compañía a la pobre. Pero muchas otras familias no tenían explicación alguna.
Los Machuco solían irse de vacaciones una sola semana, a veces incluso menos, usando los pésimos resultados académicos de su hijo Sereno para excusar lo efímero de sus estadías en el extranjero. Pero esa vez había sido diferente. "Parece que aquí trabaja mejor el pequeño Sereno." le dijo la señora Machuco a Marcos cuando éste llamó al no encontrar al señor Machuco en la oficina por tercer día consecutivo una vez acabado su periodo vacacional. "¿Y cuándo cree usted que volverán a Matute?" preguntó entonces Marcos, molesto a la vez que sorprendido por la falta de compromiso de su compañero en la Oficina Inmobiliaria Márquez y Machuco. "¿Volver a dónde dice usted? Aún no lo sabemos, ya se verá. Quizás nos quedemos a vivir aquí, en especial viendo lo bien que trabaja el pequeño Sereno." le respondió la señora Machuco con un tono de voz alegre e inalterado, a lo que siguió con un jovial "¡Que pase usted un buen día don Márquez!".
Era extraño que el señor Machuco no le hubiese dicho nada, pero supuso que sería algo repentino e inesperado que querrían mantener entre familia. Quizás el señor había contraído una enfermedad que le obligaba a quedarse en el extranjero recibiendo tratamiento, o también era posible que le hubiesen revelado la existencia de un hijo que la señora Machuco había tenido con un matrimonio anterior y no quisieran volver hasta haber arreglado la situación. Por aquel entonces, la ausencia del señor Machuco iba acompañada de la falta de clientes, así que Marcos decidió dejar estar la situación un tiempo.
Pero llegado Noviembre, los Machuco no habían vuelto. El horno del pastelero Tartonni no daba señal alguna de estar por reabrir pronto, y el maestro Ciruela se ausentó por completo del colegio. Al intentar contactarlos uno no conseguía nada. El pastelero defendía que se quedaría con su madre hasta que ésta estuviese mejor, los Machuco habían decidido quedarse en el extranjero, donde el pequeño Sereno era de los mejores alumnos de clase, y del maestro Ciruela se decía que había dejado todo atrás para dedicarse a una vida ermitaña en una isla mar adentro.
Además, preocupando ahora a Marcos Márquez, la desaparición del señor Machuco seguía acompañada de la falta de clientes. No había nadie que se interesase por una casa o piso en Matute, ya fuese un nuevo vecino o alguien de ahí; el silencio que notaba mientras esperaba una llamada en su oficina le hacía sospechar que no era su oficina la olvidada sino el lugar. Dejó que la duda lo royese hasta que al llegar Diciembre seguía sin aparecer ni un alma en su oficina.
Se habría planteado alquilar su oficina mientras buscaba otro trabajo, pero sabía que nadie estaría interesado en ella, así que se ahorró tal pérdida de tiempo. Dando vueltas por Matute encontró mucha gente que estaba dispuesta a darle trabajo. En la central eléctrica estaban muy escasos de personal. "Las vacaciones de verano diezmaron la plantilla, y las de invierno lo han vuelto a hacer. Ya ni siquiera te pido que sepas lo que haces, con que me aguantes unos cables estás contratado." le dijo el gerente. Pero eso no duró mucho, ya que al cabo de unos meses había tan poca gente capacitada para hacer funcionar la central que ésta cerró, dejando a la gente dependiendo de los generadores que tuviese en casa.
En la central telefónica no le dejaron ni entrar, ya que al parecer ni las llamadas telefónicas pasaban por Matute últimamente. Se ofreció al ayuntamiento para limpiar las calles, pero le dijeron que vista la falta de tráfico tanto de vehículos como de peatones, un puesto así ya no era necesario. En el supermercado le dijeron que con el chico que tenían trabajando en la caja a tiempo parcial les bastaba de sobras, ya que ni había gente que fuese allí a comprar ni había proveedores que decidiesen traer sus productos a Matute. "Cosa de hace poco, ya ni responden casi, y cuando lo hacen y les digo la dirección creen que me río de ellos." le contaba el dueño del local algo exasperado. "Es como si no existiéramos." le gritó éste desde dentro del supermercado cuando Marcos se alejaba del lugar.
No fue hasta que llamó a su antiguo compañero el señor Machuco que Marcos confirmó sus sospechas respecto a lo que pasaba. "¿Quién llama?" preguntó la voz de su amigo al otro lado de la línea telefónica. "Soy yo, Marcos Márquez, de Matute, ¿no me reconoces?" replicó Marcos algo molesto. "Ni le conozco a usted ni sé de qué lugar me habla, haga el favor de no molestar señor." dijo su antiguo compañero antes de cortar, dejando a Marcos atónito. Solo eso le hizo ver lo obvio; tenía que abandonar Matute antes de caer junto a él en el olvido. Sin pensárselo dos veces, se acercó al concesionario más cercano y robó el coche más caro que encontró; nadie se creería que lo había robado en Matute, y pronto ni él lo recordaría, así que llenó el tanque con gasolina que no pagó y se dio a la fuga.
No comments:
Post a Comment