Capítulo
14: Realidad
¿Qué
esperas que haga cuando la única persona que para mí estaba segura
de sí misma me hace ver que en realidad no es más que un montón de
piezas arregladas en cinco minutos por toneladas de cinta aislante?
No es que cayeses delante mío, sino que te tiraste. Te derrumbaste,
sin previo aviso. Veía que tus cimientos habían cambiado, pero no
esperaba algo así.
“Ésto
empieza a parecer ya un cuento de hadas, poco más que niñerías,
tío. Estos comportamientos son completamente ilógicos.” dijo
Julius altivo. Suspirando, su tío ignoró sus palabras, de las
cuales empezaba ya a cansarse. A veces me olvido de que es
hijo de sus padres, con todo lo que ello conlleva. La
interrogante y curiosa mirada de Julius le impacientaba, tanto que
llegó un punto en el que no pudo más, y explotó. “Dime entonces,
qué diferencia tanto a tus cuentos de hadas de la historia. Por qué
crees más en aquellos libros que te han inculcado en la escuela y
demás en lugar de reconocer el valor de aquellas aventuras que
siempre te habían parecido fantásticas e imposibles, que ahora
presencias y quizás en un futuro vivas.”.
Ésto lo dijo tan rápida y violentamente que su sobrino se vio
incapacitado para responder, ya fuese por el terror que tenía a
algunas de las reacciones de Glenn o por el simple hecho de no saber
qué contestar ante tal palabrería. Viendo que el joven no iba a
agregar nada al respecto, el tío siguió con su discurso...
“No puedes decírmelo. Y, ¿sabes por qué? Porque no hay
diferencia alguna, al menos no para ti. Suponiendo que mis abuelos
viviesen alguna guerra, solo para ellos se podría distinguir la
ficción de la realidad. Pero no más de lo que distingues lo que
pasa en un lugar o en otro. Tú no has vivido ninguna situación
parecida, aquellas conspiraciones sobre las que tanto leíste,
aquellos entramados políticos que los personajes de aquellas novelas
de posible fantasía protagonizaban a base de desconfiar los unos de
los otros, aquellos intentos de tomar un trono que no es propio, el
deseo de gobernar por encima de todos... y tampoco has vivido ninguna
guerra que quizás pueda ser considerada real. A ambas las conoces
solo como datos. Me atrevería incluso a decir que para ti son más
reales aquella extraídas de la ficción: de éstas al menos conoces
toda la verdad, porque, de cierto modo, las viste, sucedieron delante
tuyo, y supiste que pensaban todos y cada uno de los personajes en
todo momento. Pero, en cambio, de la historia que podríamos llamar
“verdadera” solo nos quedan datos sueltos. Notas, alguna que otra
prueba física. Pero nunca veremos nada que aquellos que “ganaron”
no quisiesen, en su momento, que sepamos. La diferencia entre tus
conflictos de ficción y los históricos, es que al menos conoces
toda la verdad sobre los primeros. Respecto a los segundos, montones
de datos, nombres y vidas perdidas se han disuelto ya sea por el paso
del tiempo o del fuego. Porque ten algo claro: la historia siempre la
escribe el que gana. Y nadie más.”
Tras unos minutos de silencio, Julius se derrumbó sobre el sillón
más cercano. Se pasó un largo rato sin hablar, posiblemente horas.
Una vez que consiguió aclararse, se levantó lentamente y empezó a
hablar. Otra vez lo hará con esa molesta vocecita marimandona. A
ver que dice ahora “su majestad”.
En el fondo todo errores que hay que evitar, no podemos saber si son
verdaderos o falsos porque no son eso, más que rastros dejados en un
libro, en una pared, o en lo que fuese - se podría valorar a la
fantasía al mismo nivel que a la historia
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